En este artículo le detallaremos para qué sirve la autodisciplina y cómo puede generarla, para poder cumplir con éxito todos sus propósitos diarios.
Continuación:
La autodisciplina es uno de los caminos más seguros hacia la consecución de nuestras metas. Consiste en seguir las normas que hemos establecido, independientemente de si nos apetece seguirlas o no; esto es: venciendo la procrastinación.
Expresándolo a través de los dichos populares (a los que tan aficionados somos por estos barrios), acudimos a uno muy extendido: “A quien algo quiere, algo le cuesta.”
Entonces, respondiendo a la primera pregunta, necesitamos la autodisciplina para triunfar haciendo realidad nuestro propósito. Ahora, ¿cómo generarla?
“Autodisciplina” es una de esas palabras que llevan consigo una connotación negativa. También es popularmente conocida como “fuerza de voluntad“. Se asocia a sacrificio; a dejar de hacer algo placentero para hacer algo “conveniente” y, desde luego, suena como algo difícil de mantener en el tiempo.
Cuando emprendemos el camino hacia una meta, nuestras fuerzas suelen estar íntegras. Tenemos ese entusiasmo que alimenta la motivación inicial y nos da el empuje para salir andando.
Pero, paso tras paso, llega el desgaste y, si no echamos mano de la autodisciplina, corremos el riesgo de abandonar antes de llegar a la meta. Y es aquí donde tenemos que percibir la autodisciplina como algo positivo (o no tan negativo).
Pues bien, aquí van algunas sugerencias para sentirnos más cómodos con la susodicha autodisciplina:
1) Cambiar nuestra actitud ante la disciplina.
Es decir, en lugar de ver la obligación como un sacrificio o un engorro, darle el carácter de reto, por ejemplo.
¿Y lo bien que nos sentimos cuando hemos cumplido con el trabajo? Esa sensación nos hará sentir satisfechos con nosotros mismos y añadirá fondos a nuestra hucha de motivación.
2) Hacer de la autodisciplina un proceso gradual.
Es lógico. No nos podemos levantar un día cualquiera y encorsetarnos en un horario criminal, cuando antes era muy flexible. Por lo tanto, iremos incorporando las tareas o compromisos a nuestra agenda de manera progresiva, siempre que se pueda.
3) Compromiso.
Lucharemos por nuestras metas cada día haciendo lo que esté en nuestra mano. Si esa frase es vista como una promesa hecha a nosotros mismos que hay que cumplir, nos dará la energía necesaria para trabajar.
Por cierto, hablamos de energía y no de una presión agobiante. Una cosa es ser leal a uno mismo y otra es imponerse un nivel de autoexigencia excesivo.
Para conseguir la autodisciplina que necesitamos sólo hay que tomar pequeñas decisiones hoy. Mañana será otro día en el que los pequeños pasos que demos se sumarán a los que llevamos… Y así, a fuerza de vencer pequeños y continuos retos, llegaremos a nuestro objetivo.
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